Esas canciones que mientras las escuchas, sentís que te elevan el alma, que te elevan a una altura de 4mts de distancia del suelo. Canciones simples, que con escuchar el primer acorde, sonreís con una completa sinceridad, mientras caminas hacia la panadería o viajas en un urbano atestado de gente hacia la Universidad, pero vos igual sonreís. ¿Quién no lo ha hecho?
De repente te sentís en un mundo aparte y todas esas cosas en las que venias pensando preocupado ya no importan.
Canciones que te cambian el humor por completo. Te llevan a épocas viejísimas, recuerdos de momentos que parecías tener escondido entremedio de todas las distracciones diarias, y que de la nada, se acomodan y pasan a ser lo más importante en ese momento.
Canciones que te enamoran que te hacen sentir dichoso y te recuerdan a esa sensación divertida de estar enamorado. Canciones que te dan ganas de decir “TE AMO!”. A quién, no importa… Al aire, al que está a tu lado agarrado de un asiento del colectivo. Ganas de gritar “Te odio! ¡Te juro que te odio!”, y descargarse, y sentir toda esa furia que causaron los recuerdos por todo tu cuerpo.
Esa persona que te había hecho escuchar esa canción que no te interesaba ni en lo mas mínimo, pero como te lo recomendó, la escuchaste, y te encanto. Y luego de eso cada vez que la escuchabas, lo único que veías era a ella.
Ahora que pasaron años, la volves a escuchar, y todo lo vivido con esa persona vuelve a tu mente en un solo segundo.
Esas viejas canciones que pensaste haber olvidado por completos y que cuando llegan a tus oídos te recuerdan que están ahí, y que van a seguir ahí. Tal como los recuerdos que ella trae consigo de esa persona. Siempre están, siempre van a estar.
Rocilda.Z.
Foto: Eliezer Gonzalez
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