Se ganó su corazón gracias a su simpatía y la picardía que irradiaba su sonrisa. Lo tenía partido en mil pedazos y no tuvo miedo de confesárselo la primera vez que hablaron, cuando ella le reprochó haberlo visto serio en cada momento de la noche que se lo cruzo.
-“Te juro que me encanta como haces puchero, pero no es bueno que te la pases haciéndolo. Siempre es mejor sonreír. A menos que quieras sobornar a alguien” le aconsejo divertida.
Su sonrisa le hacía olvidar todo el dolor y él le contesto con una parecida a la de ella.
Le hiso saber que él no era el único al que alguna vez le habían roto el corazón. Ella también había pasado por eso, pero el dolor no justifica la cobardía al sentarse en un rincón y ver cómo se ríen de uno.
Sólo esperaba sacarle unas cuantas sonrisas. No esperaba que él gustase de ella, ni mucho menos pretendía enamorarlo (sabía que su corazón estaba en otra parte), pero que aunque sea simplemente ella le parezca una mina agradable. Quería caerle bien, sin saber que poco a poco, sonrisa tras sonrisa, él iba dejando poco a poquito su dolor de lado, cediendo un
lugar vacio en su corazón que lentamente esa chica se iba a ganar.
Rocilda.Z.
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