¿Viste cuando querés decir algo pero sabes muy bien que no debes decirlo, y eso mismo hace que te den más ganas de querer decirlo (y ni hablar si justo tenes unas copitas de más arriba)? Bueno, a Rocilda le encantas.
Le encantas más de lo que puede llegar a imaginar, más de lo que ella podría admitir, más de lo que ella podría llegar a querer. Lo peor es que lo que hace que le encantes es lo mismo de vos que le saca de quicio.
Vas en contra de todo tipo de hombre que le pueda llegar a gustar (¿O no?), sin embargo tus actitudes de estúpido y niño arrogante desaparecen en el momento en el que está en frente tuyo, para que le demuestres que –nosécomo- sabes que es exactamente lo que la vuelve loca… y no soporta tener que admitirlo.
Lo increíble que es usar la 3ra persona para librarse de cualquier responsabilidad sobre lo dicho.
Foto: Eliezer Gonzalez
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