18 de octubre de 2011
Dulce Atracción.
Despertó
oliendo ese perfume tan dulce que ella usa, y sonrió aun con los ojos cerrados.
La encontró a su lado, perfumándose y acomodando sus bucles negros. Todo lo que
llevaba puesto era una de esas pequeñas hebillas que siempre usa para sujetar
su flequillo… Y nada más.
Lo descubrió
contemplándola mientras se dirigía a la silla del escritorio y le pregunto
divertida “¿No Pensas levantarte?”, pero él sin decir ni una sola palabra, se
acomodo en contra del respaldar de la cama en donde ambos habían dormido la
noche anterior, y la observo tranquilo como un espectador espera que comience
el show.
Decidió
hacer de cuenta que ignoraba su mirada clavada en ella y en su cuerpo desnudo.
No pensó en taparse con la toalla, o con una simple remera, porque sabía que
como buen amante no iba a resistir demasiado tiempo tranquilo hasta que decidiese
arrastrarla hacia él y hacerle el amor como sólo él sabe que la vuelve loca.
Se acomodo
delicadamente en la silla del escritorio que estaba en frente de la cama, y
empezó a pintarse las uñas de los pies delicada y prolijamente como si nadie la
estuviese observando. Uña por uña, luego de ser pintadas, las soplaba
suavemente mientras miraba sobre su hombro la expresión de su amante, cómo un
león que intenta esperar para acechar su presa así poder disfrutarla más en el
momento de saborearla. Sabía que estaba esperándolo, y que mientras lo hacia ella también se volvía loca porque viniera por
su presa.
Ellos eran así,
con su atracción tan lunática y rara. Podían pasar de una cosa a la otra en un
segundo y aun así nunca podían evitar terminando a los besos desaforados
mientras intentaban sacarse las ropas como si fueran pedazos de trapo sin
importancia…
Y todo
comienza, cuando ya no aguanta más, se levanta de esa cama, se acerca a ella, y
sin pensarlo en menos de dos segundos la levanta sobre él y la coloca arriba
del escritorio…
Rocilda.Z.
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