15 de febrero de 2012
Lo quiero, y lo quiero ya.
Si tuviese que
escribir una cruz en un papel por cada vez que me pillo pensándote, digamos
que… Mejor no digamos nada.
Podría decirte cuanto
te extraño, cuanto te quiero y cuanta falta me haces en algunos momentos que ni
yo imagine poder llegar a necesitarte. Podría
ir y decírtelo. Podría ir directamente hacia donde estas, acorralarte en contra
de la pared y darte todos los besos que jamás creí tener para vos. Podría
hacerlo, aunque probablemente creerías que lo estoy haciendo para lograr el
famoso “perdón”, o lo que carajo sea que nos separo.
Pero… tengo que
decirte que eso no cambia nada. No me importa que enojado o decepcionado estés,
ni mucho menos cuantas son las cosas mías que agregaste a la lista del porqué
me odias. Lamentablemente para vos, y lamentablemente para mí… Eso no cambia
nada.
Lo que llegues a
pensar de mi o cuanto dejes de quererme a mí, mientras seguramente estas
concentrado en aprender a querer a otra persona, a mi corazón en este momento le
importa un bledo… Te quiero, y el querer no desaparece de un día para el otro.
Aunque mañana…. No sé.
Rocilda.Z.
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