SIGANME LOS BUENOS ;)

23 de marzo de 2012

El Olvido.



El día que decidís definitivamente olvidar. Todo lo que pasa, todo lo que ves, todo lo que escuchás, te lo recuerda. Pienso que esto debe pasarle a todo el mundo. Es como si el universo entero se confabulara en el intento de que sigas aferrándote al sueño que te causa tanta dicha y dolor. Ya no sabés que sueño es. Ya no lo entendés. Sólo sabés que te importa, que te gusta, que lo queres, que lo extrañas pero no soportás los diferenciales. Y aunque te cueste mucho, decidís emprender el sinuoso camino del olvido. Y todos los sucesos del día te lo traen a la memoria. He aquí el más insólito. Vas manejando por el lateral y frena de golpe; delante tuyo... un auto, lo que te obliga a frenar y por instinto ves la chapa. Vos nunca miras las chapas de los autos, pero ese día sí y esa chapa tiene sus iníciales. Y una fuga repentina de romanticismo te hace pensar que esa coincidencia es algo especial. Y que, quizás, sea una señal del destino: no es momento de olvidar. Lo recordás. Querés olvidarlo. Pero lo recordás.

Vos tratás de que el tiempo pase. De que pase rápido. Vos querés acostarte a dormir y despertarte en un domingo de abril. Y no recordar su nombre, su mirada, su cara, su voz, sus palabras, sus letras. Vos querés borrar de tu memoria toda su existencia. De repente. No lo recordás. Simplemente lo olvidaste. Ojalá fuera tan fácil el olvido. Todos sabemos que no funciona así. Entre el instante en el que tomás la decisión de olvidar y el momento en el que te ponés a hacer realmente algo que te ayude a olvidarlo, pasaron muchas horas, muchas canciones, muchas mañas, muchos intentos, muchos inicios de sesión, mucho humo, muchas preguntas, muchas respuestas, muchas cosas. Caés en la trampa y hacés lo que no ibas hacer. Lo que no querías. Pasás por su casa (aún sabiendo que no está). Mirás el teléfono (aún sabiendo que no va a llamar). Revisás el correo (aún sabiendo que no va a escribir). Inicias sesión (aún sabiendo que no se va a conectar). Imprimís los mensajes para leerlos (aún sabiendo que te hará mal).

De pronto, volvés a revivir lo que viviste, pero desde una óptica diferente. La óptica del final. Y lo que te pareció bueno, te parece normal. Ya no estás esperando una respuesta. Ni pensando una pregunta. Simplemente ya no estás. ¿Cómo pueden mensajes tan aburridos haber sido tan sugerentes y atrapantes?. ¿Cómo pudiste escribirle? ¿Cómo hizo para contestarte?. Se convierte de pronto en el que siempre ha sido. Te convertís de golpe en una sombra gris. Que no es negra porque se jugó a correr un riesgo. Ni es blanca porque no apostó todas las fichas.


By: Chubasco Inspiracional.

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