SIGANME LOS BUENOS ;)

26 de noviembre de 2010

NO HAY #@♀*!! QUE NOS VENGA BIEN! (Articulo de revista OH LALA!)

Estábamos con una amiga sentadas en la mesa del comedor mientras observábamos el trasero de Alfano amplificado x4 dentro de una de las piletas que pusieron en el piso de Bailando Por Un Sueño cuando encontré este articulo en la revista OH LALA! Ya con el titulo lo dice todo, y ¿Saben que? Apuesto lo que sea a que no hay mujer que no se sienta identificada con lo que dice por haber estado en esta situación en algún momento de su vida. Por favor, léanlo. Sé que es largo, pero vale la pena.


Hace acerca de cien años, Sigmund Freud declaró que había una pregunta que él no era lo suficiente capaz de contestar: “Qué quieren las mujeres?”. Nadie supo responder; ni siquiera Mel Gibson, quien salió espantado por el universo femenino en la película Lo que ellas quieren. Una incógnita, incluso para nosotras mismas.

El comienzo:
¿El huevo o la gallina?
Me enamoré. Si, es The One”. Y así de simple volvemos de la primera salida flotando en el aire, volando en nuestras fantasías y dirigiendo la película sobre nuestra vida en la que paseamos a los hijos (que todavía no tenemos) por el jardín (del que todavía carecemos). Y nadie se atreve a rompernos la burbuja con la simple observación de que conocimos al tipo hace apenas tres horas. Rebobinamos nuestro encuentro y nos reímos tímida, enamoradamente- vale agregar “idiotamente” también-, el número de veces que mencionó a su madre cariñosamente-“un amor”- y el bodegón “rustico” al que nos llevó, que da originalidad y “mucha onda”. Evitamos la cara de asco de nuestras amigas y concluimos: claramente, The One.
Reímos, bailamos, nos emocionamos –como el tráiler de la nueva comedia romántica de Drew Barrymore-, compramos cada escena de la película. Para el “cumplemés”, lo sorprendemos con lo que equivaldría a un regalo de bodas de plata; con sólo una primera salida, lo llamamos “saliente”; y desde la tercera, queremos hacer la transición hacia una relación más formal y contamos los minutos para soltar la pregunta “¿Qué somos?”. Si, ansiosas. Pero claro, si fuese por él, estaríamos saliendo algo más de cien meses antes de establecer una relación ALGO más exclusiva. En cambio, nosotras queremos conocer YA a sus amigos, caerles tan bien que revelen que somos lo mejor que jamás le paso y hacerlo. Y si todo va bien, tal vez estemos casadas en un par de años.
¿Es un pelo?
Inevitablemente, pronto comenzamos a ver algo a lo lejos. ¿Es rubio o morocho? Mmm… no distingo, pero podría ser el pelo del huevo. Porque tal vez la pregunta de Freud tendría que haber sido: “A qué RESPONDEN las mujeres?”. Cada una de nosotras avalaría que queremos y buscamos un tipo bueno, divertido, honesto, estable, pero siempre hay algo que falta: “Cinco pa’l peso”. Porque, lamentablemente, para nosotras, las mujeres respondemos a cosas completamente ilógicas que usualmente son muy diferentes a de las que decimos que “queremos”.

Sí, es un pelo.
Lo vemos. Ahí está, con las manos alsadas haciendo señas de que existe y floreció. El pelo del huevo. Se lo buscamos y, claro, lo encontramos. “Estoy dudando de seguir porque el otro día me dijo que fuera directo, en vez de pasar a buscarme”;”tengo que terminarla…, usa zapatillas de astronauta”; “es un bohemio, pero no gana un mango”. Su nombre, su edad, su remera, su profesión, el sahumerio de su casa, la uña derecha, no le gusta el pimentón, el almohadón de su sillón, ¿Detalles tontos? Es cierto, pero suficientemente poderosos como para hacernos la croqueta. Y así, de un día para el otro, recordamos el ronquido de su risa, y lejos de ser “cute”, nos irrita; las menciones de su madre, y es un pobre nabo; el bodegón, y lloramos con cara de asco –si, la que nos pusieron nuestras amigas el primer día-. ¿Qué nos paro? ¿Adónde se fue el amor? ¡Puff! Cae del piso 32. Chau niños, chau jardín.

¿Siempre estuvo?
Somos seducidas por muchos estímulos cada día, a cada minuto y a cada segundo. En la tele, en la calle, en las revistas. Y con los hombres: una frase linda, un gesto, unas flores y somos suyas. Así de fáciles y telenoveleras somos. Entonces, no es que seamos nosotras las complicadas, sino que nos engaño vendiéndose. ¿Eso? No. Lo que pasa es que el florero tapó el pelo. Si, el pelo del huevo, que siempre estuvo. Además, habitualmente, si algo no nos seduce, estamos acostumbradas a cambiar el canal, seguir caminando o leyendo. Ahora, si este tipo sigue ahí postrado, esperando, es un pesado, y si ya no te da ni la hora, es un indiferente. Lo que se dice unas gatas floras.

Pelo al huevo
Dicen que la atracción es una cosa misteriosa y que “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Pero ¿Por qué es que siempre le buscamos el pelo al huevo? Olvidamos que el amor es un proceso con teoría y práctica. Así que es hora de aprender algunos conceptos para no volver a repetirlos. Por una parte, lo que nos pasa es el miedo a comprometernos: nos petrificamos cuando nos damos cuenta de que percibimos un interés del otro lado y que todo va viento en popa. Si, por más cursi que suene, el amor asusta.
Nos aterroriza, porque en el pasado, alguien se apodero de nuestro corazón, le paso el mortero, la minipímer, amaso largo y tendido y lo usar para jugar a la soga. Gracias, pero NO, esta vez paso.
Por otra parte, nos espanta porque percibimos que se viene en serio y no estamos tan seguras de que este sea EL hombre (“¿Ya está, se terminaron los futuros romances?”). En general, este es un síndrome de las románticas compulsivas, amantes de la adrenalina y fóbicas a la rutina. Pero lo que más nos estremece a todas con un nuevo amor es: no podemos controlar lo que nos pasa. CHAN. ¿Y ahora, quien podrá defendernos?

Usá la pincita.
El miedo no es tonto. Las tontas somos nosotras, que deberíamos ya identificarlo antes de cambiar de canal. Pero ¿Es realmente un ruido o lo inventa nuestra cabeza? Porque si algo hace ruido, paremos el motor y llamemos al seguro. Pero no frenemos por cualquier chistido que escuchamos al manejar. Así no hay auto que avance. Por otro lado, la clave siempre va a ser aceptar al otro tal cual es. Imaginate que tuvieras un novio que respondiera como vos, pensara idéntico, hiciera todo lo que vos decís: si querés eso, mejor comprate un perro. Más fácil. Si no, acepta las diferencias, ¡Enriquecete de ellas! Y báncate que muchas veces el otro tendrá cosas que te irriten, así como otras que te harán flashear. Eso sí, la idea de apuntar con el dedo y elegir una pareja como el elegido ¿No es un poco ridícula? El único elegido es Moisés, y los quiero ver abriendo el mar Rojo. No existe tal cosa como un muestrario de sujetos a elegir en el super. Porque cuando encontremos al que nos gusta, posiblemente sea aquel que quedo descalificado de la góndola o un ejemplar fallado que vio luz y subió.
Quizá alguna vez entendamos que no los elegimos nosotras y que no hay que buscar el amor como una joya oculta, sino que el amor nos encuentra, y no a la inversa. Eso sí, cuando estemos listas y aprendamos a agradecer la llegada de otro que nos acompañe, en vez de estar quejándonos por detalles. Porque, como ya sabes, ¡los hombres no abundan! Veremos que dice este censo.

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