18 de septiembre de 2011
Bailemos...
Te lo han
dicho ya varias personas, y te lo has dicho a vos misma… Pero nunca quisiste
darle importancia. O simplemente, no quisiste hacer nada al respecto.
¿Cómo se
supone que debería detener eso que uno siente adentro suyo? “Estas metida hasta
los codos” te dicen, y te lo repetís a vos misma. Pero… ¿Qué hacer al respecto?
Nunca fui una de esas personas que hacen lo posible por no dejarse
llevar por los sentimientos. Pero ahí la cuestión…
Siempre que me deje llevar, era una simple niña de 14 o 15 años. Y todo tuvo
sus consecuencias, como algunas cicatrices pequeñas que todavía siguen
presentes.
Díganme: ¿Cómo
hacer para no ilusionarme cada vez
que me habla? ¿Cómo detener el rápido latido de mi corazón cuando lo tengo
frente a mí, a punto de rozar mis labios con los suyos? ¿Cómo no añorar sus
besos, sus palabras, hasta su presencia cada vez que me acuesto en la noche,
esperando que sea él la última persona que mis ojos vean antes de dormirme, y
la primera al despertar; la primera que me hable, y me diga “buen
día” junto con un dulce beso?
¿Qué se supone
que debo hacer para que lo que siento, esa fascinación por su persona, no siga
aumentando cada día que pasa? ¿Tan mal estoy? ¿Tan fuerte va a ser el estampe contra la pared? Si... ¡Estoy segura de
que si lo va a ser! ¡Y eso sí que dolería! Pero… ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo detener
el estampido? O por lo menos… ¿Cómo hacer que sea menos doloroso si es que
sucede? El problema es que no quiero ni imaginar que puede llegar a terminar
sucediendo tal cosa. ¡Me niego a pensarlo, si quiera pensar que es posible!
No puedo
detenerme. Ya estoy en el juego. Como quien dice “Ya
que estamos en el baile, bailemos”… Simplemente espero que
sepamos bailarlo y mientras intentemos no pisarnos los pies.
Rocilda.Z.
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