Apareció en el momento, lugar y de la manera justa y necesaria. Vino para quedarse, me dijo. Y eso me
hizo sonreír y sentir feliz.
Me encanta la forma en que me mira. Con esa seguridad en sí mismo y en lo
que siente por mí. Esa seguridad que me transmite en cada conducta, caricia y cada
beso…
Me encanta saber que nunca más me voy a sentir sola. Quizá incompleta por
extrañarlo cuando no está. Adoro la forma en la que se ríe de mis chistes, de
mis ocurrencias tontas y que le guste que pregunte gansadas cada 5 minutos. Sobre
todo la paciencia que nos tenemos.
No aguanto ni 5 segundos imaginándome sin el a mi lado, y no entiendo cómo
puedo haberme malacostumbrado tan rápido a despertarme abrazada de él. Me
encanta que no tome a mi miedo como cobardía y me sostenga la mano fuerte para
no dejarme caer o salga corriendo por cualquier cosa.
Temo desaparecer, perderme o caer y que él no esté ahí para agarrarme y/o
sostenerme. Porque ya nada es lo mismo desde que apareció en mi vida. Porque
todo lo que pasó antes, ya no importa. Ahora nos tenemos el
uno al otro.
Rocilda.Z.
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